¿Dónde
han ido los viejos amigos?; No lo sé, tal vez cansados de tanto insistir,
recorriendo caminos de dolor sin retorno. El tiempo ha pasado, y cuando miro,
el pasado diluido en colores que se opacan, hasta desteñir en formas pobres y abstractas.
Perdóname,
por no poder escapar de ese instante, de ese que tú labraste a pulso y cuidado,
apartándome de tu lado; No deseo defraudar a nadie, los sueños que tuve en
compañía, han dormido; yacen sin luz, hechos polvos en el camino que nadie
tornó.
Hubo
un tiempo, que de rodillas, sobre la tierra anché mis manos vivas, esperando
nutrirme como abril de esponja; pasó febrero, como pasan los amigos y raíces me
salieron; no tengo el alma libre, el dolor la comprime hasta hacerme raigones
vetustas y penetradas por burlas.
¿A
dónde van los viejos amigos?; tal vez tienes razón, tan sólo soy un fracaso
que, lleno de complejos, vive el vuelo de lo único que le queda, un alma
ausente en sólo viejos pensamientos. La piel se me va marchitando, y cae como
hojas de abril sin retoño.
Perdóname,
no pude engañar tu engaño; escarnece la brisa, que pasa a revolver lo que
siento, como hojarasca de tormentos que no pasan. Mis entrañas, tan sólo
sepulturas que la voz apagan, y no puedo más gritar tu nombre, clamando por
auxilio que no vendrá; ahora, amigo, caminas lejos por senderos soleados, tan
libres como fértiles de esperanzas y sonrisas.
Yo,
en cambio, preso de lo que nunca fui, muero abyecto; estos pensamientos, ¿a
dónde fueron los viejos amigos?, este recuerdo que arranca lágrimas al ras del
suelo, tragando polvo de lo que creí sería, de lluvia que en lodo se abate
sobre mi alma incesante de lo que no hay en esta vida.
Perdóname,
no es un susurrar apacible que te alcanza, ni huecos pensamientos de nostalgia;
son penas que se hacen corriente que te buscan en lánguido amor, estela de luz
de lo que fui, y en tu corazón me tienes. Aquí, clavado sin corteza lozana, me
hice en esta tierra fría, un duro roble que nada dobla, y sin florecer espera
su día.
No
tengo miedo a lo que viene, aunque fui víctima, tampoco más me quejo. Algunos
días, evoco la sombra de un geranio o del saúco su olor; la libertad de aves
que marchan por la llegada de este, mi invierno tropical. ¿A dónde marchan los viejos
amigos?; me consuela que lejos, donde mi sombra, de penosa oscuridad, jamás
logre alcanzarle.
*Inspirado
en February Song
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