martes, 16 de julio de 2013

Montura Hostil - Poemas


Impuros labios, de canela hechos grieta, que aprietas la teta de donde alimentas; el alma te arrulla, púrpura cual mariposa, efluvio de amor que te regala en cada gota; así naciste, pegado a su cálido senos, con distinción odiosa, que arrastra esta humanidad indecorosa. Tú, en cambio, llanura indómita, como blanca espuma de champaña en copa; frondosa tu pálida esencia, cristalina inocencia que pronto se esfumó, naces con idea más clara, de tú naturaleza.

En una mañana, de maduración justa (o más bien apresurada), se cruzaron las almas, lejos del flameante infierno. De ese amor, su más tierno afecto, y entre miedos del momento, un pactado encuentro; afuera, tempestad, aprensiones y condenas, tan primitivas, como falaz estatua hecha monumento.

Blanca espuma, mezclada con canela, la montura no fue hecha, para el transitar libre de sus almas. Libros que hablan de libertad, justicia, grandeza y hasta de gloria, pero todo ante una absurda ceguera, que ver frente a sí, cuesta hipocresía vestida con sotana. Noche y día, palidez que entre sombras se buscan para amar; la calma en el alma se hizo llanto, en ojos de otros, que poco saben de eso. De noche, un águila levanta el vuelo y sobre su negras alas, el alma que ama, se van perdiendo lejos, donde el amor les cobije.

Montura hostil, cabalgata que eleva y hasta la hondura, sabe a gloriosa primavera; humedad que no sabe extinguirse en fuego, ardor que entre humedad de invierno, reaviva lo que deseo. Agua, sudor y más, llenas el cuerpo de quien amas, clamando por más, mientras florecen sonoras melodía que hace henchir más las ganas, y el otoño, como el cielo, pueden esperar.

¡Ah!, y que importa que el alba sea un halago a la vista, cuando del amor, se hace un ejemplo vivo, andando en montura hostil?; ahora sobre el mar, una blanca nave, llena de oro y perlas, más allá, una montaña de oro, bañada de diamantes y esmeraldas. O qué importa sea jeremeyevita, ópalo, musgravite, granates o grandidierite, cuando mis sombras, se beben tu palidez.

Tú, mi claro horizonte; siempre la oscuridad tuya seré

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